Seamos Auténticos

Un hogar  compartido

 

El cielo está ardiendo. La gente está asustada. Los animales están huyendo. Las casas se están derrumbando. Y el mundo está pidiendo ayuda. 

Este 14 de enero cumplí 25 años. Suena como un número importante y, en comparación a mis otros cumpleaños, yo sí lo sentía así. Sentí que este año iba a ser diferente y que tenía que celebrarlo. Entonces, después de muchos años sin hacer fiestas o planear algún viaje, decidí cambiar la tradición. Organice un viaje con mi novio a Los Ángeles, la ciudad donde estudié la universidad y que se robó mi corazón. Me gradué en diciembre del 2022 y, desde ese día, no había podido regresar. El año pasado intenté planear este viaje dos veces, incluso ya tenía los vuelos, y por azares del destino no se pudo. Pero esta vez era diferente. Era mi cumpleaños y, por fin, después de dos años, iba a regresar a mi ciudad. 

Todo se empezó a acomodar: mi novio tenía libre esas fechas y podía viajar conmigo, lo cual, por su trabajo, casi siempre era imposible estas fechas; mi banda favorita iba a dar un concierto ese fin de semana; mis amigos de la universidad me habían ofrecido hospedaje en su casa… Todo era muy bueno para ser verdad. 

Un día antes del vuelo, sucedió lo inexplicable: la ciudad se empezó a quemar. En California suelen haber muchos incendios debido al calor y la poca lluvia, pero ahorita no era la época. Sigo sin entender cómo ni por qué, pero el fuego se empezó a esparcir por toda la ciudad, convirtiéndose en el incendio más grande de California. Me rompió el corazón ver todas las imágenes y videos de la ciudad en cenizas. Una ciudad con tanta vida, con tanto movimiento y pasión, mostrando al mundo su estado más vulnerable. Una ciudad llena de gente con tantos sueños, viviendo una pesadilla. Miles de hogares arrebatados por un poder tan inhumano. Mis amigos evacuaron la ciudad, dejando un hogar atrás, sin saber que les podría esperar cuando regresaran. 

Cancelamos el vuelo y, me di cuenta, de lo pequeños que somos. Mi viaje no tenía tanta importancia comparado a la inmensa tragedia que estaba pasando en la costa. Sentí tanta impotencia de no poder hacer nada por este lugar que me había dado tanto. Y luego recordé que, aunque seamos pequeños, juntos podemos hacer pequeños cambios que, en conjunto, se convierten en grandes. Este incendio no fue coincidencia…En mi punto de vista, es un mensaje de Dios a todos nosotros, recordándonos que nuestro mundo es prestado y demandándonos respeto por su creación. El mundo es nuestro hogar y nos da todo para vivir: agua, oxígeno, comida, petróleo e infinitos recursos más. No nos pide mucho, solo respeto y amor. Tal vez, en este momento que estoy lejos, yo no tengo los recursos necesarios para ayudar a Los Ángeles más que compartiendo noticias, donando a organizaciones y estando ahí para la gente que quiero. Pero, en este momento, tu, yo y todos nosotros podemos cuidar de nuestro mundo, del hogar que todos compartimos. No necesitamos de una tragedia para unir fuerzas y recordar nuestra humanidad. Podemos actuar desde el corazón. Pero aun así, el mundo quería ser escuchado y yo espero que nos unamos como hermanos que comparten un techo y que le hayamos puesto mucha atención a nuestra Madre naturaleza.

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