El 8 de marzo del 2024 fui a mi primera marcha. Siempre había tenido muchas ganas de ir, pero nunca había convertido mis ganas en acción. Este año decidí dejar las excusas atrás, vestirme de morado y pararme en el malecón con la cara en alto. Llegué sin saber qué esperar y lo que más me sorprendió fue la cantidad de gente reunida para luchar por nosotras. El poder que nos rodeaba era tan potente que, si ponías mucha atención, hasta era visible. Podías ver fuego circulando entre cada una de nosotras; una fuerza que nos unía para hablar sin miedo. Rodeada de gente desconocida, yo me sentía en casa, y es cuando me di cuenta que somos un equipo. Amo ser mujer porque sé que tengo a miles de mujeres cuidándome la espalda, y que no tienen que saber mi nombre para creer en mi palabra. Avanzamos todas juntas, gritando en sincronización y decididas de porqué estábamos ahí y a dónde nos dirigíamos: a un lugar más seguro.
Me encontré a gente que no veía desde mi preparatoria y me sentí tan feliz de verlas con tanta pasión defendiendo este movimiento. Que manera tan bonita de reencontrarnos en un lugar lleno de energía femenina donde recordamos que todas aquí somos amigas.
Se me hacía un nudo en la garganta al leer todos los carteles que las mujeres escribieron, “Nos quitaron tanto que terminaron quitándonos el miedo”, “Nos quisieron quemar y nos volvimos fuego”, “Las mujeres no somos competencia, somos resistencia”, “Por un mundo donde no se apague la luz de ninguna”, “Es por ellas que hoy gritamos hasta el cielo”…
Pero, en vez de llorar, decidí agarrarme de toda esa fuerza que irradiaba de cada mujer empoderada caminando a mi lado. Y me di cuenta que en ningún momento me voy a sentir sola, porque todas somos una. Eso fue lo que más me sorprendió de los carteles: que escribieron de mi, y de ti. No conocía al 99% de mi alrededor y aun así ellas me tomaron en cuenta. Todas éramos parte de esas frases en los carteles, porque como mujeres decidimos hablar en plural para siempre recordar que no estamos solas. Yo prometo luchar por mi y por ti para poder vivir libres y sin miedo.
Para todas las sobrevivientes, para todas las que se nos fueron, recordamos todos los días su poder. Las escuchamos y creemos en ustedes. Las vemos en todos lados. Impulsemos a este mundo cobarde a que abra sus brazos a la valentía. Queremos ser bienvenidas sin ninguna excusa, y no vamos a parar, porque SOMOS valientes. ¡Hablemos en plural! Nunca dejaremos de ser ruidosas porque recordamos NUESTRO poder, y vamos a celebrarlo todas juntas hasta que todos lo recuerden también.