Leímos con cierta dosis de perplejidad la mañana del 2 de febrero del deceso del hotelero ROBERTO CINTRÓN en Madrid, España, instantes antes de abordar el avión que lo traería de regreso a su terruño, luego de participar con la comitiva de Quintana Roo en la Feria de Turismo en la capital española. Su desaparición terrenal creó una de las movilizaciones empresa-riales y sociales pocas veces vistas. Era un hombre de paz, un hotelero de la vieja guardia, un amante del Caribe mexicano, un líder de conciliación y un entrañable amigo. Nació un 7 de mayo en Aguadulce, Veracruz, pero desde 1983 decidió echar raíces en un nuevo terruño, al que dedicó parte de su vida, como ferviente creyente de su magia, de su potencialidad, de su hospitalidad para quienes como a él los cobijó en su aventura de vida. Como profesional, ROBERTO tuvo bajo su responsabilidad la dirección del Club Lagoon, y en las últimas dos décadas la conducción del Hotel Flamingo, que capitaneó con extrema lealtad. Sin embargo, fue a través de su actua-ción como líder de la Asociación de Hoteles de Cancún que logró no solo la popularidad, sino también el reconocimiento como un entusiasta estratega en la construcción de acciones para promover el Caribe mexicano. De sus aciertos se reconoce la creación de la Oficina de Visitantes y Convenciones de Cancún en el periodo 1996-1997, junto con otros importantes organismos empresariales, así como la inclusión de su agrupación al comité directivo de la Asociación de Hoteles y Turismo del Caribe (CHTA por sus siglas en inglés). Fundó la Asociación de Ejecutivos de Ventas de Hoteles y lideró en cuatro ocasiones el Comité de Promoción de la Asociación de Hoteles de Cancún. En lo social tuvo una rica participación en la cofradía de Skal, a la que por cierto también presidió en 1995. Hasta el último aliento llevó con puntualidad su bitácora en la promoción y representación de Cancún a otros continentes. A sus 77 años parte y en paz… Voilá!
[mariana]