Opiniones disfrazadas de hechos
Este último mes, me di cuenta de la cantidad de información que existe en el internet y de la poca que ingerimos. Es algo común con los humanos: entre más fácil tengas algo, menos lo vas a querer. Tenemos acceso a los noticieros de todo el mundo a través de Google, pero con solo ver un “Reel” acerca de esa noticia, pensamos que ya lo sabemos todo. Si le hubiéramos contado a nuestros bisabuelos lo fácil que podemos leer las noticias sin siquiera levantarte de tu cama, no se la hubieran creído. Ni nos tenemos que ir tan atrás… mi yo de hace muchos años tampoco hubiera creído que, para ir al cine, ya no tengo que comprar un periodico para ver las funciones ya que en una aplicación puedo ver los horarios de cualquier cine del mundo y comprar mi boleto en ese instante. Es más, nadie hubiera creído que puedes pedir comida de un menú de 25 páginas desde tu asiento y te lo llevan mientras estás literalmente acostada viendo la película. Cada vez nos da más flojera las cosas, entonces las industrias se tienen que adaptar para facilitar nuestra vida diaria y mantenernos interesados.
Una cosa es usar la mercadotecnia para atraernos a comprar un producto, lo cual es muy válido y las empresas son muy inteligentes al hacer eso y entender que los humanos somos muy manipulables. Pero otra cosa es la información falsa, la cual hoy en día hay demasiada circulando por todo el Internet, el lugar donde estamos más tiempo (aunque no sea un lugar físico). No sé en qué momento llegamos a ser una generación que el mayor de nuestro tiempo estamos en un lugar que no existe…muy Twilight Zone de nuestra parte. Aun así, el problema no lo tienen las empresas que usan manipulación para hacernos creer algo que no es cierto, el problema está en nosotros que creemos todo lo que vemos sin parar un segundo para procesar lo que acabas de leer, ver o escuchar. Nos hemos convertido en seres demasiado manejables y sin interés de tener autocontrol (prácticamente, en robots). Leemos una noticia, vemos una recomendación de un producto en TikTok, una doctora en Instagram diciendo que la comida que compras es mala, y así sigue la lista de tantas cosas que procesamos tan rápido como “hechos”, cuando la mayoría de estas son puras opiniones. Y lo que más me da miedo de esto es que nos volvamos seres incapaces de crear nuestra propia opinión.
¿Estás seguro que no te gustó esa película? ¿O simplemente le hiciste caso a un crítico de cine que dijo que era malísima?
¿Estás seguro que esa persona tuvo la culpa? ¿O simplemente viste un video en TikTok donde resumía el artículo completo de la noticia?
¿Estás seguro que tu apoyas a ese partido político? ¿O simplemente lo apoyas porque tus amigos votaron por él sin saber a fondo sus objetivos?
¿Estás seguro que ese es tu estilo de vestir? ¿Te sientes cómoda en tu ropa? ¿O simplemente estás siguiendo tendencias de influencers?
Ponte a pensar todas esas veces que nos han influenciado en creer algo, y lo peor, es que nosotros en el fondo de verdad estamos seguros que es nuestra propia opinión, cuando en realidad es la opinión de alguien más reflejada en ti. Ninguna opinión es un hecho, ni la tuya ni la mía. Tomate el tiempo de rascarle más a fondo a ciertos puntos de vista que creías que tu construiste, cuestiona de dónde vienen y si tienes una justificación clara que de verdad se alineé con tus creencias.
Si de verdad eres una persona que le gusta mantenerse informada, no solo leas el post de Instagram con letras grandes donde dice en resumen lo que pasó. Luego creemos que con solo ver un video de 15 segundos, ya tenemos la información completa, y vamos por el mundo comentando opiniones disfrazadas de hechos. Creamos una cadena de desinformación nada más porque tenemos flojera de entrar al artículo completo y leer todo… y cuando llegas al final, te das cuenta que los hechos eran diferentes y tu opinión hacia ellos cambió completamente…te das cuenta que eres una persona inteligente y capaz de crear tus propias opiniones.
Si llegaste hasta aquí, significa que eres una de las pocas personas dispuestas a darse el tiempo para leer y aprender. Ya estás del otro lado 🙂