¿Cómo te recibió Cancún la primera vez?
Era diciembre de 1974. Llegamos con un grupo de amigos a pasar las vacaciones de Navidad y fin de año al poblado de Akumal, un lugar que nos enamoró y nuestro sueño era quedarnos a vivir ahí; un sueño difícil ya que contaba con 60 habitantes, la mayoría servía al Club Akumal y a sus huéspedes, además no contaba con luz eléctrica y el agua que teníamos era totalmente salobre.
Acampados en la maravillosa playa blanca de este pedazo del Caribe mexicano le sugerimos a don Pablo Bush Romero, su propietario, construir unas casitas (bungalows) para turistas. Bastó un año de construcción para enamorarnos de la zona y hacer de Quintana Roo nuestra residencia definitiva, específicamente Cancún, un sitio mágico con muchas carencias de todo tipo pero era parte de un proyecto turístico en desarrollo, y eso es parte de nuestro ADN.
¿Como era Cancún en aquel entonces?
Hacer las compras para la comida era un tour: la carne en un lado, la poca verdura en otro, el pescado y la langosta en la empacadora; el mercado estaba instalado en lo que es ahora el Mercado 23, esa fue una de las zonas que primero se desarrolló. Había tiendas cuyas paredes estaban formadas por filas de latas de productos de importación, como el queso Nordick, mantequilla holandesa, paté Tulip, salchichas, y el techo de las mismas era totalmente provisional. Con el queso que encontrabas hacíamos las quesadillas, y al modificar el tipo de comida de los lugares de donde veníamos nació la primera fusión de alimentos, entre yucatecos, chetumaleños, defeños, tabasqueños, michoacanos, etc.
Teníamos pocos médicos y clínicas de salud, entre ellos había un profesionista que en la mañana era médico y en la tarde ingeniero, si no lo encontrabas en su consultorio te decían en qué obra estaba.
Con las escuelas, estancias infantiles, kínders y colegios era lo mismo, pocos, y todos eran laboratorios del saber con muchas ganas de crear buenos profesionistas. Era un Cancún en donde los amigos pasamos a ser los tíos, compadres e inclusive hacíamos las veces de mamás de otros hijos de las amigas. Siempre había cumpleaños sorpresa. Los domingos eran típicos de playa y hacer pic nic. Teníamos una moda de “háganse su torta”, y llevábamos diferentes ingredientes y cada uno confeccionaba su torta a su estilo, incluso hacíamos tacos de canasta y los de mi mamá eran famosos y deliciosos. Los restaurantes eran pocos, con atención personalizada que te hacían sentir como en casa. Había mucha participación ciudadana, todo estaba por hacerse. Con un grupo de amigos formamos, ‘El Club Avante’, en donde se impartían clases de iniciación musical, folclore y talleres de pintura y serigrafía, con el apoyo de la Universidad de Xalapa, Veracruz. Organizábamos concursos como el “Cancún Canta”. Era un Cancún bello con gente muy valiosa.
¿Qué es lo que te gusta más del Cancún de hoy?
Me sigue encantando, soy feliz aquí, y lo que más me gusta de Cancún es Cancún,
porque es una pequeña ciudad muy cosmopolita; hoy tenemos centros educativos muy buenos, estancias infantiles, colegios, universidades, escuelas de arte, escuelas de gastronomía. Cancún es famoso por su gastronomía y servicio de primera, grandes hoteles.
Sigo teniendo una vida de provincia, pero ahora con tráfico, debo calcular los desplazamientos de un lugar a otro, pero el crecimiento tiene su precio. Contamos con hospitales y centros de salud, clínicas y sobre todo una gran Cruz Roja, institución en la que tengo el honor de participar voluntariamente. Me gusta el mar, pero como el de Cancún, ninguno. Disfruto ver a los hijos de mis amigas convertidos en adultos, formando sus familias y creciendo a sus hijos, cosechando lo que sembramos hace mucho los primeros que llegamos. A Cancún le debo mi familia, aquí creció y aquí se formó.
Si tuvieras la oportunidad de hacer algo por Cancún, qué sería…
Seguir como voluntaria, ya que es una institución que nos da los lineamientos y formas de poder apoyar a nuestra comunidad con asistencia médica, siendo nuestra prioridad salvar vidas, y ahora apoyando a la educación, a través del Centro Universitario de Cruz Roja Mexicana, único en el país.
Tengo la ilusión de hacer en un futuro un comedor comunitario como algunos que ya existen en la ciudad, dándole así la oportunidad a niños, adultos mayores y jefas de casa el poder tener un alimento al día. Independiente a las empresas en las que participa mi marido, como pareja y conformando un patronato con amigos, iniciamos desde hace diez años los trámites y permisos para conseguir un terreno en el que pudiéramos construir un parque público y gratuito para los quintanarroenses. Estamos por inaugurar la primera etapa, de las muchas que queremos desarrollar como proyecto de vida y legado para las futuras generaciones, en agradecimiento a lo que Quintana Roo nos ha dado.
¿Cómo visualizas el futuro de Cancún en el plano internacional?
Cuando tengo la oportunidad de salir al extranjero y me preguntan de dónde vengo, el 99% de la respuesta de las personas es la misma: “es un paraíso “, y humildemente les digo: Sí, tengo el privilegio de vivir en el paraíso. Cancún es una ciudad que está muy bien posicionada a nivel internacional y creo que lo seguirá si su crecimiento se da con la infraestructura que se requiere y merece, ya que es la puerta de entrada al Mundo Maya.
Tenemos un gran reto todos los que vivimos aquí para un futuro: necesitamos ser una comunidad más socialmente responsable, debemos de crecer con mejores servicios urbanos y ser una comunidad sostenible.