Como si no fuera suficiente ser guapa, talentosa, diseñadora y arquitecta, para Natalya Rostova, originaria de Crimea, provincia de Ucrania, la pandemia fue para ella el equivalente a una metamorfosis, su mente fue el capullo de un proceso creativo del que emergió una bella mariposa a través de lienzos, trazos y nuevas formas…
Por Esteban Torres P.
Desde que conocí a Natalya sentí una conexión por su carácter alegre, pero sobre todo por su perfecto manejo del idioma español del que ya domina hasta las bromas, pero lo que más admiré fue su pasión por la cultura de México que ha sido la fuente de inspiración de su arte: el diseño, que en menos de dos años ha evolucionado de tal forma que hoy podemos ver en ella a una persona distinta que agradece a la vida la capacidad de soñar, de reinventarse y de ofrecer al mundo su talento.
Cuando platicamos la primera vez sobre su profesión, descubrí que estaba con una diseñadora de modas en potencia y no me equivoqué, su arreglo personal habla por sí misma, es una modelo innata, pero lo suyo no es la pasarela, sino vestirlas precisamente con sus diseños que en ese tiempo eran realizados con pieles de animales criados en granjas, básicamente serpiente pitón y cocodrilo, trabajadas previamente para darles maleabilidad y el consabido uso humano; Natalya realmente aprovechó la herencia genética de sus padres, ambos diseñadores: él sobre pieles y su madre con telas, en ella se fusionó esa misma vocación pero con el tiempo ha ido escalando niveles y el que ha alcanzado hoy le da la plenitud que buscaba desde hace mucho tiempo porque ha hecho de la seda su punto de partida, con la arquitectura ha estructurado formas y estampados que encuentran la simetría al momento de empatar los dibujos del lado derecho con el izquierdo de sus moldes y lo único que conserva del pasado es la originalidad, ese es su eje, nadie puede tener un diseño repetido y mucho menos igual.
“Estar tanto tiempo en casa me hizo pensaren una sola cosa: verme bien, cómoda, pero bonita. No porque estuviéramos encerrados iba a dejar de arreglarme o andar todo el día en jeans y camisetas, sino con pijamas lindas y qué mejor si eran diferentes del resto, por ejemplo, con seda, ideales para este clima, son como una segunda piel y no requieren de mucho cuidado al momento de lavarlas, claro que sin mucha presión por ser una tela muy sensible, quizá sea un poco más cara, pero las cosas más bonitas de la vida tienen un precio diferente, así que compré algunos metros de seda y empecé a diseñar con ella. La segunda parte que desarrollé en pandemia fueron mis propios diseños, me gusta mucho trabajar en la computadora y empecé a dibujar estampados que fui combinando con más elementos hasta crear un catálogo de imágenes que mandé a una fábrica en Estados Unidos, especializada en la impresión de todo tipo de telas”, comentó la bella diseñadora.
“Lo primero que hice fueron túnicas, después pijamas y posteriormente empezaron a pedirme vestidos. Una cosa fue llevando a la otra porque me gusta compartir en redes sociales todo mi guardarropa y quienes me siguen notaron la evolución y comenzaron a pedirme más piezas, así que creció un poco mi taller para poder darme abasto y hoy estoy muy feliz porque ya no sólo visto a las damas, sino también a sus hijos y esposos; he desarrollado líneas completas para una misma familia, para lucir iguales en fotos navideñas o bien en parejas”, mencionó.
De sus raíces como arquitecta especializada en diseño y decoración de interiores, conservó varios programas de cómputo que le permitieron crear sus propios estampados y hoy su catálogo es muy extenso y tanto la versatilidad como el colorido de sus estampados los hace atemporales, así que pueden lucirse prácticamente en cualquier época del año y la frescura que les da el Caribe Mexicano es simplemente indiscutible.
“Quienes conocen mis diseños anteriores me piden aún que les haga algunas prendas, pero eso es algo que poco a poco iré dejando porque es tendencia mundial cuidar a los animales, disfruté mucho trabajar con pieles exóticas como te decía, use piel de pitón, cocodrilo y hasta de mantarraya, pero eso ya es historia, lo menciono aún porque fueron mi punto de partida pero ahora la seda es un material muy noble que no pierde vigencia y aunque en otros tiempos fue moneda de cambio para pagar, hoy es más accesible”, señaló.
A 12 años de radicar en este lado del mundo, Natalya se siente la persona más feliz y con este giro que le ha dado a su profesión, se visualiza en el umbral de una nueva vida profesional que seguramente consolidará su estilo y elevará su vocación a nuevas dimensiones.