Mis pies están ávidos de caminar, de sentir la banqueta adoquinada que ya no es moda. Mi cuerpo entero pide encontrarse con otros iguales al amparo de un día acabado de nacer; el trinar de las aves que ya no veo ha silenciado su música. Sus casas sobre frondas majestuosas hoy son casi extinción. La histérica calle es apabullada por el estruendo constante de los motores insolentes. Cada auto pasa indiferente a otros, como si los conductores no existieran o estuviesen presos de su esclavitud. La distancia es cada vez más el pretexto inicuo y condescendiente.
Mis pies no están agotados y quisieran estarlo junto a otros; disfrutando el ritmo de conversaciones en caminata. El señor que trota porque se le ha hecho tarde. La señora que pasea a su hijo recién nacido en una bella carriola al lado de su amiga, la “quedada” (sin remedio). Soñando ser ella. O los niños correteando, como siempre. Mientras los novios asidos de sus imperiosas manos desean robarse un beso.
Cada mañana deseo lo mismo, regresar a una paisaje que se ha extinguido. El espacio público sólo es eso. Vacío, distante, ruidoso o asilenciado sin misericordia. No hay bancas para seducir a gente. Tampoco hay jardines que inviten a estar sin el sentido del tiempo que acusa la demanda de creer que se está haciendo algo más interesante que simplemente no hacer nada: gozar, estar, pensar, imaginar, soñar, añorar. Momentos de silencio para conversar contigo ¿en dónde se encuentran?
En una ciudad invadida por habitantes mecánicos, abruptos, a veces indecentes. Y es, sin embargo, gracias a ellos que resolvemos la vida, ¡qué vida! Llegamos y nos vamos a través de ellos. ¿Qué pasaría si dejaran de existir? Si de pronto, algo sucediera y una mañana no existiera ninguno.
Quizás entonces, en ese silencio repentino, podríamos escuchar el trinar de las aves, el susurro del viento en las frondas, y el murmullo de las conversaciones en la calle. Quizás entonces, podríamos redescubrir el placer de caminar, de estar, de ser. Pero por ahora, seguiremos soñando con un mundo que se ha perdido, y que tal vez nunca volveremos a encontrar.