Liliana Rosales, modelo y coreógrafa
Por Esteban Torres P.
“Soy empresaria, soy una mujer multifacética, coach en desarrollo humano, y una apasionada de la vida”
¿Cuál fue tu primer paso en el mundo del modelaje, la danza y el entretenimiento?
“Inicié en la danza a los 10 años, primero viendo el espectáculo de Danzas Caribeñas cada fin de semana en el Parque de Las Palapas y posteriormente como bailarina, participando en las competencias; este es el parque oficial de los cancunenses. Llegué a los siete años a esta bella tierra y desde entonces vivo enamorada de este paraíso”.
¿Hubo algún detonante que definiera tu vocación artística?
“¡Madonna! La admiro desde niña y siempre quise ser una figura sobresaliente. Por eso me gusta mucho hacer ejercicio. Amo su físico atlético y siempre fue una fuente de inspiración para mí, y hasta la fecha la sigo en sus shows y en sus redes”.
Es negocio ser modelo o debes tener una “pista” más bajo la manga…
“Eso nunca debe faltar, cual sea tu actividad, por ejemplo, yo comencé a diversificarme con la danza y el modelaje, abrí escuelas. Actualmente soy coach transformacional, estoy enfocada en el potencial de la gente para que conozca sus talentos y los canalice de forma productiva. Asimismo, lo combino con el modelaje, motivamos a las jovencitas para que tomen esa seguridad interior. No sólo formo modelos, sino personas en mente, cuerpo y espíritu”.
¿Qué ha sido lo más fácil, lo más divertido y lo más terrible de tu profesión?
“Lo más divertido es cuando estás en el camerino, lista para salir a escena. Adrenalina pura. Pero a veces puede ser un ambiente pesado; cuando era más joven me tocó ver la envidia y algunas veces me cambiaban la ropa, pero yo siempre he sido muy optimista. Lo más terrible que me ha pasado fue cuando inauguré mi primer estudio y cayó un aguacero, entró agua por todos lados y se levantó la madera del piso, lloré muchísimo; afortunadamente al mes siguiente lo pudimos hacer ya con las instalaciones reparadas”.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?
“Saber que voy a dar lo mejor de mí, es mi motivo de ser; sé que esas personas que están invirtiendo su tiempo para aprender de mí, el día de mañana se sentirán seguras de que pueden realizar todos sus sueños”.
¿Qué es lo que has sacrificado para mantener la mente sana en cuerpo sano?
“¡Mucha fiesta! Los compromisos; cambiar mis hábitos, contenerme cuando veo los postres, pero no al grado de dejarlos, y tener una alimentación balanceada para mantener mi figura. Independientemente que es de lo que vivo y es el resultado de toda esta disciplina; definitivamente yo no lo veo como un sacrificio, sino como un compromiso conmigo misma, hay que modificar el significado de algunos términos que tenemos en mente. Sacrificio suena a una lucha, en cambio un compromiso es un reto que te va motivar”.
Algún pasatiempo…
“El gimnasio, realmente me gusta la vigorexia”.
Cancún en tu vida…
“Es el centro de mi vida. Nunca lo había valorado tanto, sobre todo ahora, después de que me fui 10 años y descubrí que ahí sigue el cariño de mis amigos que me han recibido como si siempre hubiera estado aquí. Estoy retomando mi carrera y como el ave fénix, estoy resurgiendo, disfrutando de la naturaleza tan hermosa de mi amado Cancún”.
¿Has dado un mal paso?
“¿Uno? ¡Nooo! Han sido muchos. Una vez en una fiesta se me pasaron las copas como a muchos y -literalmente- di un mal paso y por allá fui a dar. Se me lastimó un tobillo. Después pensé: ¡soy bailarina, modelo! Cómo me voy a caer en la vida diaria cuando hago de todo en la pasarela y en la duela. ¡No puede ser!”
¿Te has quedado sin música a media pasarela? ¿Y en la vida?
“Sí, claro. Estaba emprendiendo un proyecto, tenía meses, fue una escuela, en León, Guanajuato, estaba muy contenta y de repente se soltó la pandemia, es decir, a media pasarela me quedé sin música; no creo ser la única, después vi que mucha gente se quedó bailando sola y sin música, como yo”.
¿Te han llevado al baile alguna vez?
“Uy si yo te contara… Siempre he sido muy confiada, ahora ya no tanto, a veces con los rodillazos en las parejas de baile, o con los que se decían mis amigos, pero de repente te meten el pie, sin embargo, después agarras el ritmo, el pasito, te aprendes la tonada, y con ese conocimiento vamos avanzando en la vida”.
¿Alguna vez has perdido el ritmo por culpa de los negocios?
“Totalmente, me he descapitalizado como muchos, pero es una experiencia en la que lejos de perder, nos enriquecemos. Siempre he dicho que lo que no te hace daño, te fortalece”.
¿Qué te ha dejado el encierro que vivió el mundo?
“Evolución de conciencia, tengo un compromiso conmigo misma y mi sociedad. Estoy trabajando actualmente con un grupo de niños de Villas Otoch, a los que les doy clases de inteligencia emocional y yoga. Creo que estoy disfrutando mucho esta etapa de mi vida llevando este tipo de mensajes para fortalecer el espíritu y el alma de todas estas personas, demostrándose que a pesar de las circunstancias que estamos viviendo, sepan que cada día hay oportunidades y que todo está en nuestra mente”.
¿Qué pasó en ti para llegar a este punto tan generoso que hoy rige tu vida?
“Realmente lo que tocó mi corazón fue el proceso que a muchos nos ha tocado enfrentar como el fin de un ciclo, en este caso mi matrimonio de muchos años. Me hizo más consciente y sensible, me hizo darme cuenta que la vida es más que modelar y el baile; mis hijos ya son grandes, sentía que podía hacer algo más y qué mejor si es para ayudar a los demás”.
¿Hacia dónde están encaminados tus pasos actualmente…
“Coach certificado en desarrollo humano, de vida, próximamente haré otra certificación; y ahora a través de la agrupación Mujeres con Valor, con Sindemex que me está respaldando. Retomaré mi escuela de danza y modelaje, pero encaminado todo a la motivación, específicamente de los jóvenes, es algo que me parece muy importante, porque representa nuestra trascendencia. Pero, ante todo, devolverle a Cancún mucho de lo que me ha dado”, puntualizó.