Sin proponérselo, hay personajes de nuestra sociedad que han sabido dejar huella en la historia de esta comunidad, ya sea en el área del entretenimiento, o mejor aún, han llevado al siguiente nivel su afán de hacer algo más por los demás, así hemos visto llenar de notas interesantes la vida de una gran amiga y empresaria como es Karime Osorio.
Por Esteban Torres P.
PRIMERA PARTE: LA EMPRESARIA
¿Cuándo te pasó por la mente ser empresaria y qué proyectos tenías en mente?
“Después de graduarme en la Facultad de Psicología en la Universidad de Las Américas, en Puebla, decidimos emprender un proyecto increíble mi hermano y yo, llamado El Albur, y lo abrimos en la única plaza que tenía corridas de toros todos los miércoles y para un destino tan americanizado cambiamos el concepto musical por trova”.
¿Qué sentías que le hacía falta al Cancún de aquél entonces?
“Identidad nacional, un lugar que no fuera precisamente un antro, ni con música en otro idioma; sino un bar donde podías convivir con amigos, tomar unos tragos y en el fondo era compartir algo que me marcó y que viví en Puebla. Había un lugar llamado La Enamorada que tenía ese concepto, así que lo adaptamos al espacio que encontramos y creamos nuestro propio lugar”.
Así nace la sociedad que hizo historia en la vida noctámbula de Cancún al lado de tu hermano Charlie…
“Realmente la sociedad inició con mi hermano, mi primo Gerardo y yo. Fue una buena época hasta que decidimos quedarnos solamente mi hermano y yo. Era 1997. Y después se abrieron siete lugares muy parecidos; siempre he dicho que el mejor halago es la imitación, creo que marcamos una tendencia”.
¿Cómo se cocinó El Albur, por qué el nombre… realmente se convirtió en un albur en tu vida?
“Literalmente me jugué un albur porque incursionamos en algo nuevo. Realmente lo que nosotros queríamos era que los clientes conocieran a México a través de su alcohol, trajimos botellas de todos lados, algunos ni yo los conocía; y para hacerle honor al nombre, pintamos las paredes con albures, finalmente así somos los mexicanos, es parte de nuestra identidad y al día de hoy mucha gente lo recuerda”.
¿Consideras que con El Albur nació un antes y un después en la vida nocturna de Cancún?
“Por supuesto que sí. Era un bar de 70m2, super chiquito, y los clientes hacían fila para entrar y cuando ya no cabía ni uno más cerrábamos las puertas y entonces se tenían que ir a alguno de los siete más que había en la Plaza de Toros”.
¿Qué se siente ser creadora de un estilo, de una historia y de la histeria que les daba a los que se quedaban fuera porque -literalmente- cerrabas las puertas porque ya no cabía un alma más?
“Muy privilegiada. Porque dejé de ser Karime para ser reconocida como La Dueña del Albur, así me decían todos en Cancún. Creo que todo se debe al buen trato que le daba a la gente cuando llegaba, o a veces mi hermano, sino mi primo; no había baño adentro, tenías que salir del lugar y ni así, jamás se nos fue una cuenta sin pagar”.
Inevitablemente todo lo que sube, tiende a bajar, cuáles crees que fueron las razones que te obligaron a cerrar ese capítulo de tu vida.
“El Albur fue una parte muy importante en mi vida, ya que ahí conocí al amor de mi vida, que después se convirtió en mi marido; él tenía su oficina arriba de nuestro local, era cliente frecuente hasta que terminamos casados y me tuve que salir de la sociedad. Después vino la ampliación y lo convirtieron en restaurante bar; crecer no fue la mejor opción. Me quedo con la satisfacción de haber conocido muy buenos amigos en esos años”.
SEGUNDA PARTE: INTIMIDAD ES…
¿Dicen que todo se parece a su dueño, dinos qué tienen en común tu auto y tú?
“Tiene que ser grande y cómodo, a mí gustan las camionetas, no me gustan los coches. Me dan seguridad. La que tengo actualmente parece camión, siento que tengo que imponer, probablemente esa sea mi personalidad, me gusta llamar la atención”.
¿Cómo debe ser el auto perfecto de Karime?
“Espacioso, fuerte, lujoso y alto”.
¿Cómo lo has personalizado para distinguirlo de los demás modelos?
“Con una calcomanía que dice: Comparte el camino, que es una de las campañas y filosofías de vida que predico y otra que es de la escuela de mis hijos, porque estoy casada con esa institución”.
¿Es cierto que es mejor llorar en un Cadillac que en un Volkswagen?
“Yo creo que llorar es bueno donde sea, ahí sí no es importante, al fin y al cabo, te crea endorfinas y es parte de la vida. Ahí no aplica esa frase, lo importante es sacar eso que te aflige y avanzar en el camino”.
¿Es este actualmente el auto de tus sueños?
“Lo era, lo fue un día. Pero siempre quiero estar innovando. Este año me toca cambiar coche y estoy haciendo el nuevo proyecto de vida”.
Se dice que, si tienes dinero, puedes contratar a alguien para conducir tu coche, pero no puedes contratar a alguien para que lleve tu enfermedad en lugar de cargarla tú misma…
“Totalmente de acuerdo. Para empezar, probablemente tenga las posibilidades de contratar un chofer, como bien lo dices, pero yo siempre he sido la conductora de mi vida, la he manejado con total convicción, a propósito, tengo una frase que recuerdo siempre: El futuro es de quien construye su presente. En términos modernos podemos decir que el GPS de mi choche lo llevo en mis manos y en mi corazón y nadie mejor que yo sabe a dónde quiero ir y cuál es el camino por el que quiero seguir…”
Dicen que la mano derecha no debe ver lo que hace la izquierda, pero, ¿tu auto es -literalmente- un vehículo para hacer el bien?
“Al cien por ciento. Y en mi caso la mano derecha, la mano izquierda, el pie derecho y el pie izquierdo siempre están en comunicación, sabemos que juntos llevamos lo que necesitamos, a quién y por qué. Y qué mejor aliado que mi coche”.
Cerramos esta parte con una frase del mismo Jobs que hace alusión a la vida, a un auto: “El amor es el único medio de transporte para viajar miles de millas y así poder descubrir que la vida no tiene límites. Muévete a dónde quieras ir”.
“Siempre lo he dicho. La vida no tiene límites, tú te los pones o tú te los quitas, y en el amor primero está el amor propio, para poder dar a los demás”.
TERCERA PARTE: LAS ASOCIACIONES
¿Qué detonó en tu corazón para que incursionaras en el campo de las Asociaciones?
“Saber de las necesidades del Cancún en el que crecí, y ver el Cancún actual en el que mis hijos iban a crecer, esto fue hace 10 años. Creo que desde siempre he tenido esa vocación altruista. Ya desde los tiempos de El Albur hacíamos colecta de juguetes a cambio de su cover para llevar alegría a los niños de las comunidades más alejadas, lo hacíamos de enero a marzo para entregarlos en abril y el diciembre también”.
¿La semilla de las asociaciones la sembraste en tus hijos o la heredaron de ti?
“Creo que sí, ya la traen en la sangre, pero se desarrolló en ellos a través del tiempo cuando me acompañaban a cada uno de los eventos que hago, de hecho, mi hija mayor creó su propia asociación civil hace dos años. En lo personal me siento comprometida en dejar un legado y no sólo para mis hijos, sino para el Cancún donde yo nací y he crecido, soy pionera”.
¿Cuál fue tu primer acercamiento a las obras sociales?
“Ver a mi padre hacerlo a título personal, él no creó ninguna asociación, pero le tendió la mano a quienes podía y eso lo he llevado al siguiente nivel por amor y convicción”.
Cuéntanos de Abriendo puertas en Quintana Roo…
“Es la asociación civil que he creado, enfocada a la prevención del delito y prevención de accidentes, eso es actualmente lo que necesitamos, está dirigida a niños y jóvenes, porque son nuestro futuro inmediato. No hablemos de lo que ya pasó, sino de la prevención. Hay muchas asociaciones que se ocupan del problema como tal, pero nosotros queremos desarrollar la cultura de la prevención”.
¿Hacia dónde están encaminadas las obras sociales personales de Karime?
“A dejar huella y un legado. Hay una frase que se está usando mucho actualmente que es ´reconstruir el tejido social´ y esa es la frase en la que estamos trabajando; es muy poca la gente que hace equipo, sólo ven para sí mismos. Estamos Abriendo puertas para poder construir esos enlaces con la gente que más lo necesita, Definitivamente las alianzas hacen que todo crezca, y en este camino he conocido gente muy importante, como la comunidad de mujeres judías, con Movimiento 7/11 que nos han pedido ayuda y juntos hemos logrado superar nuestras metas altruistas”.
¿Qué tan turbulento es el camino de la credibilidad de las asociaciones?
“No lo llamaría así, porque bendito Dios hemos sido muy claros desde un principio; los donativos que recibimos son en especie, muy pocos económicos, y los eventos que organizamos con un fin, siempre son comunicados. Cuando Abriendo puertas en Quintana Roo se hace presente para apoyar, ahí estoy yo, no importa si es un acto debajo del sol”.
¿Buscarías una oportunidad en la función pública para hacer tangibles tus metas y fortalecer así la parte del llamado tejido social que te preocupa?
“Definitivamente no estoy interesada, siempre he sido muy respetuosa de las autoridades, aunque a veces no pensemos igual, creo más que la unión hace la fuerza, porque cuando eres parte de la sociedad civil es mucho más fácil que te abran las puertas que si estás casada con un color. Los funcionarios públicos son personas con puestos momentáneos -aunque a veces se les olvida- en cambio, quienes formamos parte de una asociación civil tenemos un compromiso permanente, esa es la diferencia y la cruda realidad”.