Inolvidables momentos

Esteban Torres • @etptowersp

Nunca, en ningún momento, desperdicié la oportunidad de tomarte una foto; decías que no te gustaba, que para qué la quería, que ya te había tomado muchas en muchos años, que ya te dejara en paz, que Gaby no sabía dónde estabas y que te iba a echar de cabeza; siempre tuviste un pretexto para negarte y yo siempre encontraba una razón para tomártela. Recuerdo que un día te dije: “Son recuerdos, tú déjame quedarme con muchos recuerdos tuyos”, y efectivamente, querido Alex Schoer, hoy tengo una larga lista de recuerdos que no terminan de inspirarme estas líneas de despedida, porque desafortunadamente para nosotros tú ya no estás aquí; no tuviste tiempo ni más ganas de ver qué pasará con el mundo, tuviste suficiente tiempo para dejar amor, afecto, atenciones, detalles y tantas cosas más a todos aquellos que nos cruzamos en tú camino, y de una forma u otra te llevaste también algo de nosotros porque la vida es así, dar y recibir, pero tú nunca te conformaste con la reciprocidad, sino que diste un extra con un abrazo, una pregunta de corazón: ¿cómo están en tu casa? ¿cómo va la chamba? ¿qué necesitas? 

Querido Alex: No recuerdo el año pero sí el lugar, estábamos en la inauguración de So Good! Un lugar donde cada quien se preparaba sus hamburguesas a su gusto. Era un festín ponerle un poco de todo sin límite. Tu estabas a mi lado preparando la tuya y me decías con toda confianza ¡ponle de todo! Y si no te gusta te haces otra, tú combínale y luego me das tu opinión. Yo no sabía que eras el socio/dueño del lugar y con gusto acepté la segunda hamburguesa. El lugar tenía el mejor concepto para triunfar, pero ese sitio estaba marcado por algunos incidentes que recortaron la vida de ese restaurante que misteriosamente cerró por su mala vibra; lo bueno es que el equipo creativo que trabajaba bajo tu mando tuvo en mente otros lugares que continuaron abriendo con éxito hasta llegar a Glazz, el sitio perfecto donde cimentamos nuestra amistad porque ni yo podía dejar de ir entre semana, ni tú dejabas de invitarme. Y así podría seguirte contando tantas cosas que seguramente tú tampoco olvidarás.

Cuando la vida te dio una segunda oportunidad después de aquella intervención que te devolvió las ilusiones de vivir, no olvido ese brillo en tus ojos, ni tampoco en la cara de Gaby a quien hiciste más feliz por tu compañía, a tus hijas y tus yernos; y lo mejor estaba por venir: el pequeño Christian que te convirtió en abuelo, y ahora sí ya no hubo pretexto para negarte en cada foto. Ese príncipe te robó el corazón, lo fortaleció hasta donde pudo con sus sonrisas, y ahora sí estabas listo para lo que viniera; pero nosotros no, nunca estamos preparados para decir adiós a un gran amigo como tú porque tu presencia es muy fuerte. Creo que te quise demasiado por la buena persona que fuiste y serás por siempre en mis recuerdos; no tengo queja de nada, al contrario, me siento apenado de no haber podido estar contigo el día que Gaby nos invitó a celebrar tu vida por última vez, me encontraba en la Ciudad de México cuidando a mi padre antes de que esta contingencia empeorara; seguramente me viste abrazándolo y dándole de comer uvas en la boca como niño chiquito, devolviéndole un poco de lo mucho que me ha dado. Tú sabes que de corazón ahí estaba acompañando a Gaby, Nicole y Michelle en esa noche tan difícil.

Gracias por ser tan especial y por las veces que me dejaste tomarte fotos; nunca olvidaré la gran plática de cómo se conocieron, que será un artículo coleccionable en la biblioteca de mis memorias.

¡Hasta siempre, Alex!

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