17 octubre 1948 / 30 septiembre 2024
El último día del mes de septiembre nos tocó despedir a un gran personaje de nuestra comunidad cancunense, un hombre que en silencio y desde el más alto grado de humildad que yo haya conocido, cambió para siempre la historia de la educación en Cancún.
Su Pastor lo cargó sobre Sus hombros hacia los verdes prados y las aguas tranquilas a esa Su casa donde ya no existe sufrimiento y donde se juzga en el amor, precisamente en el día de San Miguel Arcángel.
Porque lo conocimos y estuvimos muy cerca de él, su proyecto y su familia a lo largo de varios años, su partida duele, aún más por ser contemporáneo, aviso inequívoco de que ya nos encontramos en barrera de primera fila, como alguna vez me comentó una prima mía que también habita hoy en la Casa del Padre.
De profesión ingeniero, Ignacio Díez Hidalgo nació en la Ciudad de México en el año de 1948. Fue uno de seis hermanos, el hermano fastidioso y molón, y que sí se portó muy mal en eso de fumar demasiado, según Rosa María, su hermana menor. Alumno lasallista desde pequeño, cuando le fue ofrecida la oportunidad de venir a Cancún para echar a andar la Universidad La Salle no dudó en aventurarse. En la Ciudad de México había prácticamente fundado el INEA, que en su momento erradicó un alto porcentaje del analfabetismo de la capital. Pilar, su hija mayor recuerda bien verlo llegar a casa agotado, después de haber estado fuera cinco días como voluntario, auxiliando a damnificados del sismo de 1985.
Nacho, Elena y sus tres hijos, Pilar, Rodrigo y Lucía, llegaron a Cancún en 1991. Me pregunto cuántos chascos no se habrán llevado y qué tan difícil haya sido su adaptación a esta ciudad aún con tantas carencias y de clima tan diferente al de su ciudad natal. Al final hicieron de Cancún su ciudad.
Elda Peón