Grandes diseñadores
[col1]
Es innegable que cada profesión tiene su encanto: ver al doctor nos produce salud, el dentista nos provoca una sonrisa más segura, un chef nos consiente el apetito, pero un diseñador nos enseña, comparte su pasión en cada charla, y es una de las actividades que más admiro porque viven pensando todo el tiempo en un nuevo desafío que conquiste la admiración de quienes recién escuchen su nombre, o bien de quienes ya lo admiran.
En todo este tiempo que he venido trabajando al servicio de la información –estoy a dos años de mis bodas de plata editoriales- he tenido la dicha de conocer a figuras de talla internacional, como Luz Marina McAninch, destacada diseñadora de modas colombiana que vivió muchos años en la Ciudad de México, donde tuvo mucho éxito con su moda-arte al confeccionar chaquetas para dama reproduciendo fragmentos de obras de arte; sus primeros clientes fueron los integrantes del grupo Garibaldi, que posteriormente se fueron con Leonor Ortiz porque era más barato su trabajo y menos elaborado. Posteriormente conocí a la elegante Carolina Herrera; jamás pensé tener una entrevista exclusiva con ella, cortesía de Liverpool. La diseñadora venezolana me vio tan nervioso que me dijo: “primero cuéntame de ti”. Obvio que no había mucho de qué hablar sobre mí, ya que ella era una de mis primeras grandiosas víctimas. Hasta el día de hoy recuerdo su frase: lo más sencillo es lo más elegante. Dos días después la vi en el aeropuerto de la Ciudad de México y se la presenté a mi mamá, quien se puso igual de nerviosa que yo; sin embargo, ella sí le dijo que siempre la había admirado y que le gustaba su perfume, Carolina le dio un beso y le dijo que habíamos pasado un buen rato.
La tercera figura fue Óscar de la Renta. Mi entrevista agradó tanto a los publicistas de Liverpool que pusieron en mis manos una breve charla. Esta vez la plática no fue tan larga, mi reseña fue más bien descriptiva, ya que andaba con prisa por tomar un vuelo y sólo le dio tiempo de presentarme su colección, lo que la había inspirado y hasta siempre. Durante un desfile de modas espectacular conocí a Diane von Furstenberg, quien se ha distinguido por ser una diseñadora de modas mejor conocida por sus famosos vestidos de corte cruzado. En ese entonces Suburbia estaba en su mejor momento y se enorgulleció de tenerla entre sus aparadores. Diane me pareció una mujer muy sencilla pero firme, alegre, pero su gente no dejaba que se le acercaran, así que fue mejor no insistir y disfrutar de su pasarela.
[/col1]
[col2]
Antes de emigrar a Cancún viajé a Europa para conocer a la familia Benetton, una firma que siempre he admirado, no sólo por sus campañas publicitarias sino por todo el concepto. Giuliana Benetton nos recibió en su villa ubicada en Treviso, Italia, y nos contó del primer jersey que hizo a mano y del que se derivó toda la empresa que hoy es un emporio internacional. A pesar de que sabía que un grupo de reporteros mexicanos iría a verla, ella se portó de lo más amable y nos demostró cómo sigue cardando la lana a mano; a pesar de que la tecnología ha evolucionado, ella sigue haciendo algunas partes de la confección a su modo. Definitivamente una mujer millonaria pero en sabiduría.
Cuando llegué a Cancún inicié muy pronto una amistad con la diseñadora Érica Flores y hasta la fecha nos vemos con mucho cariño, y cada vez que puedo presumo las camisas que me ha confeccionado ya que es una creadora que comparte su talento con los artesanos mexicanos al combinar sus trabajos con el suyo, haciendo un binomio de arte único. Me encanta su amistad y me divierte en todo momento.
Mi contacto más reciente con uno de los grandes del diseño internacional fue con el español Adolfo Domínguez, quien vino a Cancún invitado a participar en la edición 2013 del Cancún Moda Nextel. Jamás imaginé tener frente a mí a un hombre tan apasionado del trabajo que le heredó su padre, y no lo dice con nostalgia sino con orgullo, porque sobre la marcha definió su vocación y muchas de las cosas que hace son el reflejo de su filosofía de vida. De trato gentil, de mirada brillante, elocuente a veces, su habla es serena, para él el tiempo no pasa, simplemente disfruta cada momento con quien se interese en su mundo y tiene con él una conversación. Fue un placer estrechar su mano y rematar con una entrevista que en breve publicaremos. Creo que la parte que más me conmovió fue el cariño con el que habló de su padre, eso me sensibilizó, porque aunque yo no pude engrandecer el oficio de mi padre y a su vez el de mi abuelo, ya que ambos fueron sastres, decidí hilvanar letras, confeccionar historias y regalarle a mis lectores un traje a la medida en cada entrega. Fue un placer maestro Adolfo Domínguez.
[/col2]
[esteban]