“La primera vez que vi las gelatinas artísticas me llamaron la atención, pero nunca creí poder hacerlas porque no sé ni dibujar, todo me sale muy mal y parece otra cosa, pero un día me decidí a practicar y me gustó mucho, incluso tomé un curso en la Ciudad de México, pero no me gustó mucho su técnica y preferí seguir haciéndolas a mi manera hasta que poco a poco fueron mejorando.
Lo que más me gusta de hacer este trabajo, es la cara de la gente cuando las ve: no se las quieren comer o piensan que las flores no se comen, que las metí ya hechas o son de plástico o que las hojas son de otro material, pero no, todo es gelatina y aunque me gustaría compartir la receta, es sólo grenetina y sabores naturales que se combinan. Es un trabajo de horas, con mucho cuidado, pero sobre todo cariño porque tienes en tu mente la forma y los colores, pero no sabes cómo va quedar hasta que las desmoldas”.