Elio de la Llata… Taquero
Por Esteban Torres P.
Emprender un negocio es siempre un albur, pero cuando el antojo persiste, se elige una buena receta y se incluyen ingredientes de la mejor calidad, lo más seguro es que resulte algo sabroso. Después de experimentar con varios negocios, finalmente Elio de la Llata se dejó llevar por su pasión: la comida mexicana, especialmente los tacos, así nació Coapeñitos, un concepto original al que continuamente le agrega nuevas sugerencias porque un buen taco puede llevar de todo y siempre se puede mejorar. ¡Buen provecho!
¿De qué te gusta echarte un taco de ojo en la vida?
“Me gusta ver cómo disfruta sus tacos toda la gente que viene a vernos. Que goce cada mordida de sus tacos. Verlos cerrar sus ojos saboreando, ese es para mí es un buen taco de ojo. Pero si esta pregunta la llevamos a mi día a día, siempre me hará voltear a verla una moto, yo soy feliz con las motos, son mi pasión”.
Es cierto que un taco al día es la llave de la alegría…
“¡Siempre! La vitamina T no puede faltar nunca. Para mí que me críe en el DF es parte de mi alimentación. Nunca faltó un taco de sal para acompañar un plato de sopa. Y en todos lados siempre habrá un taco de lo que quieras para empezar el día”.
La vida te enseña a quién invitarle los taquitos y a quién no…
“Los amigos a veces son como una orden de cinco y bien servidos; son con los que puedes disfrutar realmente. Los tacos pueden ser un banquete para cerrar un buen negocio. No tiene que ser un lugar “nice”, es mejor un lugar sabroso para hablar más en confianza. Y si estás acompañado de tus mejores amigos, hasta acabas invitando los tacos…”
Alguien dijo… Buscaba el amor verdadero y encontré un puesto de tacos…
“Seguramente lo dijo mi novia porque ahí me encontró, precisamente comiendo tacos. Vio al taquero y no se quedó con las ganas hasta echarse un taco. Cuando abrimos la taquería lo hicimos pensando tanto en horarios como en sabores que no encuentras fácilmente, porque hay tacos para cada hora del día y los nuestros son para abrir apetito e irte a la fiesta o bien, para rematarla cuando ya vienes de regreso”.
Hay cosas que no se dicen: la edad, el peso y cuantos tacos te comiste…
“Yo sí presumo todo eso. La edad porque es experiencia, los tacos porque los amo y orgullosamente les digo que me comí ocho. Y el peso pues salta a la vista: lo que se ve ya no se pasa por la báscula”.
Te ha pasado ser la salsa perfecta en el taco equivocado…
“Muchas veces, tanto en el amor como en los negocios. Tú sabes quién eres y lo que puedes dar, pero a lo mejor las condiciones no están a tu favor. Llevo nueve años en Cancún y en ese tiempo experimenté varios negocios; estuve poniéndole muchas ganas a cosas que eran las equivocadas. De no querer estudiar gastronomía acabe vendiendo tacos”.
¿La noche es para los que taquean…?
“Creo que mis tacos son para la tarde/noche, son más para la cena: cuando ya saliste del trabajo o andas de paseo en la calle. Y mi movimiento más fuerte es en la noche”.
El dinero no compra felicidad, pero compra tacos y nunca he visto a alguien triste comiendo tacos…
“Aquí no he visto a nadie triste o llorando y comiendo un taco, al contrario, si llegan llorando salen contentos. Barriga llena, corazón contento”.
De lengua me como dos tacos…
“Mis favoritos. Me gusta toda la cabeza de res, pero los de lengua son los que más se me antojan. Y en la vida son los que menos, no soy fan de los chismes”.
Te han dicho que tus tacos provocan “taquicardia”: esa extraña aceleración que provoca el olor de un puesto de tacos…
“Sin tener que llamar a la ambulancia, sí he recibido gente que llega diciendo: es que vengo oliéndolos desde hace una cuadra. Y ya cuando los prueban, lo comprueban”.
A falta de tu amada, unos tacos de asada…
“Si ya te dejaron solo, qué mejor compañía que la de un taquito”.
¿Qué tienen en común AMOR y TACO, además de escribirse con cuatro letras…?
“Al ser los tacos el antojito número uno para nosotros los mexicanos, es lo primero que te aliviana cuando andas con prisa o con hambre y obviamente eso produce una gran satisfacción, como la que te provoca el amor”.
¿Alguna vez te han parado tus tacos?
“Muchas veces. Hubo un tiempo que me dio duro el apetito porque eran mi desayuno, comida y cena. Mi mamá me lo dijo literal: ¡Ya párale a tus tacos! Empecé a subir de peso. Y en el otro sentido también, tengo un temperamento un poco acelerado”.
Eres de los que les pone mucha crema a sus tacos…
“Cuando hablo de mis tacos, claro que sí, porque cuando le pones amor a lo que haces, puedes presumir y decirlo abiertamente. Y yo a todos mis tacos les pongo mucha crema, pero más a los tacos dorados”.
¿Cuándo algo se te antoja aceptas al menos “echarte un taco”?
“Yo nunca le digo que no a la comida, más si se ve y huele rico, al menos para probarlo y no quedarte con las ganas. Y en la vida también… bueno, hay cosas a las que no le entro, ni para probar; cualquier experiencia suma, a veces se convierte en algo bueno que contar, creo que hay que probar de todo”.
A veces en el camino encuentras personas que hacen que tu vida sea un lugar más bonito, algunos les llaman taqueros…
“La mayoría de la gente que conozco de Cancún, ha sido mi cliente. Ya hasta reconozco cuando me dicen: ¡Hola Coapeño! Es un negocio que fomenta las buenas relaciones, yo en el DF conocía a mis taqueros, nos hicimos amigos. Yo soy cliente de las carnitas de Johnny, en avenida Las Torres, y ya somos amigos. Hoy te puedo decir que tengo más amigos desde hace seis años que comenzó el negocio en la Náder, y dos años que llevamos en Polígono”.
Así como a los tacos hay a quienes les gustan con todo, qué es lo que nunca les falta a los tuyos…
“Sabor, todos tienen buen sabor y lo que no debe faltar es una buena salsa. La salsa es “eso” que le da sabor a tu vida: una esposa, una mamá, una novia, es alguien que agrega a tu vida algo sabroso, y que te ayuda a vivirla de una mejor manera… Y para bailar nunca falta una salsa”.
A falta de amor, unos tacos al pastor…
“El tradicional. El que nunca debe faltar en cualquier taquería, aunque hay algunos que lo hacen su especialidad. Además, es el taco por excelencia”.
A veces un taco de cabeza dura más que una promesa
“Es más fácil que te lo cumplan a que te cumplan una promesa. Un taco de cabeza te promete llenar tu panza y lo va hacer. Es más confiable un taco que cualquier persona”.
Te has sentido demasiado taco para un limón seco…
“Si tú sabes que eres una buena persona y de repente llega alguien que se cree mucho y empieza a querer chupar esa energía, mejor de lejitos nos vemos más bonitos”.