Empresario por vocación; voluntario por convicción; un hombre entregado a la participación social sustentada en la experiencia empresarial
Por Esteban Torres P.
Los cimientos de la sociedad de Cancún están en las bases que colocaron sus primeros habitantes en medio de la selva y el mangle; entre todos trazaron la brecha a seguir y con el tiempo se ha asentado una comunidad participativa y cosmopolita con respeto, cuya meta es recibir a todos por igual, dándoles la oportunidad de compartir lo mejor de sí mismo en beneficio de los demás.
El arquitecto Carlos Constandse Madrazo fue uno de los primeros pobladores de esta ciudad, aquí nació su familia y gracias a ella tanto él como su esposa Noemí se involucraron en acciones que estaban más allá de la puerta de su casa, todas ellas encaminadas a crear vínculos entre los primeros habitantes y así se escribió el nuevo libro de su vida capítulo Cancún.
-Al pertenecer a la primera generación de pioneros de Cancún, ¿cómo nació en ti la idea de hacer una sociedad inclusiva, participativa? ¿cuáles fueron tus primeras actividades?
“Considero que el beneficio más grande que obtuvimos los primeros pobladores de este bello lugar es precisamente ser parte de la historia de éste, debido a que crecimos junto con él. En ese sentido, cuando llegamos aquí, y al no haber nada, nos dimos cuenta de que el aportar una idea, un proyecto, una crítica, era mucho más fácil hacerlo que en el lugar de donde somos originarios, en mi caso, del Distrito Federal, del que salí cuando contaba ya con más de 10 millones de habitantes y al llegar aquí éramos no más de cinco mil. Por obvias razones, nuestras voces eran escuchadas con más facilidad.
“Fue entonces que varios amigos nos dimos cuenta de la falta de eventos culturales. Y así nació el Grupo Avante apadrinado por la Universidad de Jalapa. Con este grupo realizamos, entre otros, clases de artes plásticas, música, llevamos a cabo con mucho éxito el festival Canta Cancún durante varios años y aunque a destiempo, creamos el Jardín del Arte en el Canal Sigfrido en la Zona Hotelera, del que todavía queda la escultura del artista Víctor M. Villarreal llamada La María”.
-¿Cuál fue tu primer paso como empresario para dotar a Cancún de centros comunitarios, recreativos y desalud?
Formamos el Grupo Quintana Roo hace 15 años y con él, apoyamos la construcción de canchas de futbol en diferentes colonias de la ciudad, dos o tres remodelaciones de parques, contribuimos con acervo de libros a varias bibliotecas comunitarias y desde luego en el sector salud, con la participación de mi esposa desde el inicio de la Cruz Roja y después mi involucramiento total en la Delegación Cancún, posteriormente en la Delegación Estatal y actualmente en el Consejo Nacional de la Benemérita Institución”.
Noemí, tu faro, tu guía, tu musa, tu compañera de vida…
“Sin duda alguna, la participación social no se puede llevar a cabo en forma individual. Es por eso que desde nuestra llegada el deseo de hacer algo por una nueva comunidad fue mutuo. Me siento sumamente orgulloso y agradecido de que ambos logramos transmitir esta inquietud a nuestros tres hijos y así también a nuestros nietos mayores.
Gilberto. ¿Qué modificó o sembró en tu vida?
“Después de la caída del Ángel de la Independencia en el terremoto de 1957 conocí la fuerza de los fenómenos naturales y que ante los temblores no hay nada qué hacer. Sin embargo, al vivir el huracán Gilberto en carne propia me di cuenta de que los daños que provocan estos fenómenos sí se pueden minimizar con la prevención, ya que la tecnología a partir de Gilberto nos permite con cuatro o cinco días de anticipación iniciar las medidas preventivas para poder salvarnos y salvar muchas vidas. Y como punto determinante, el vivir la experiencia de vientos de más de 200 km/h y los temblores de la Ciudad de México, permitieron a nuestros ingenieros, a quienes respeto profundamente, el construir edificaciones más solidas y resistentes a este tipo de fenómenos”.
Wilma. Una fuerte lección para los cancunenses… ¿Qué te dejaron sus vientos lentos y su lluvia?
“Después de la experiencia de varios ciclones de menor fuerza que Gilberto, tuve la fortuna de que mi madre se viniera a vivir a Cancún, y con ella, mis hijos, mis nietos, uno de mis hermanos y algunos amigos, pasamos esos días en un hotel del centro de la ciudad, que gracias al gerente que conocía los requerimientos que mi madre necesitaba por su edad, nos reservó habitaciones que por su ubicación, nos permitían tener la tranquilidad de que el agua no se metería y que las ventanas no se verían afectadas. No recuerdo si fueron cuatro o cinco días en donde reforzamos nuestra fraternidad y salía yo únicamente a la Cruz Roja para poder colaborar en la atención pre hospitalaria y posterior a las lluvias, con el apoyo de despensas y algunos materiales de la construcción a las colonias mas afectadas. Muy importante recalcar que gracias a la prevención hubo únicamente una o dos pérdidas de vida que lamentar”.
¿Cómo se dio tu primer contacto con la Cruz Roja delegación Cancún y qué lugar ocupa en tu vida?
“Mi primer contacto fue a través de Noemi, mi esposa, y de Francisco López Mena que en aquel entonces era presidente del Consejo de la Delegación Cancún. Actualmente la Cruz Roja ocupa gran parte de mi tiempo y lo relevante es que me ha brindado la satisfacción más grande de mi vida desde el punto de vista empresarial y de participación comunitaria, ya que como todos sabemos, es una institución de asistencia privada. Menciono como un reto cumplido, gracias a la colaboración de muchos amigos, la consolidación del primer Instituto Universitario del país que otorga una licenciatura a sus egresados en Atención Médica Prehospitalaria”.
¿Qué sentiste cuando levantaste la mano, llegaste al escenario e impediste que terminara el Carnaval de Damas Arco iris y qué sentiste cuando llegó finalmente a su última edición?
“Este evento viene de una tradición de Mérida en el que solo participaban mujeres, debido a que en este podían explayarse en una gran fiesta, en cuanto a vestuarios y todo lo relacionado a su espectáculo. El Grupo Arco Iris toma la idea para traerlo a Cancún buscando siempre un beneficio a la comunidad y en el que una gran parte de un sector social participaba con mucho entusiasmo. Con el tiempo aquí en Cancún cambia su modalidad a dos bailes, uno de damas y otro mixto, enriqueciéndolo en participación. Por alguna razón que ya olvidé, el Grupo Arco Iris que lo organizaba, al terminar la última fiesta, anunció que esa tradición llegaba a su fin. Y efectivamente, un impulso me llevó al escenario a invitar a que no permitiéramos que esa tradición terminara y fue a partir de esa fecha, que año con año después de más de 15, igual que lo hizo Arco Iris, las Damas Voluntarias de la Cruz Roja determinaron que su ciclo había terminado. Confieso que para mi fue una muy triste decisión que tuve que aceptar”.
¿Cómo se puede fomentar tu espíritu altruista en las nuevas generaciones?
La única forma que la participación ciudadana sin retribución económica se puede permear a las nuevas generaciones es con el ejemplo, contribuyendo así al desarrollo sostenible de la comunidad. La participación no se puede dar por decreto.
“Cómo ejemplo señalo el proyecto más ambicioso de mi participación social y que me ha llevado más tiempo, el Parque Cancún, que al igual que todos los proyectos sociales en los que participo, fui acompañado por un grupo de más de 20 amigos en una cena hace más de 12 años, en la que presenté la idea y obtuve su apoyo económico y moral. Hoy después de ese largo y fructífero recorrido y gracias al apoyo del Gobierno Federal, del Estatal y un buen numero de benefactores, considero que a finales de este año podremos inaugurar la primera etapa de lo que será el parque público más representativo de Cancún, como lo es Chapultepec para la Ciudad de México o el Central Park para la ciudad de Nueva York, para el esparcimiento y disfrute de las futuras generaciones”.
¿Cuál ha sido tú fórmula para ser un hombre de negocios sin dejar de lado tu personalidad altruista?
“No hay forma de dejar a un lado cualesquiera de las dos. En mi caso te puedo comentar que desde el principio de mi vida profesional lo he hecho acompañado de muchos amigos y en varias empresas de éxito, situación que me ha permitido hacer lo que me gusta y que es precisamente, la participación social sustentada en la experiencia empresarial”, puntualizó.
Caras vemos y muchas veces los planes desconocemos, lo cierto es que en la vida de Carlos Constandse sus metas son tangibles y al consumar la más cercana ya empezó la carrera por alcanzar la siguiente porque su deseo de hacer de Cancún una ciudad de primer nivel es inquebrantable.