El don de detener el tiempo
Detenerse es un lujo en el mundo de ahora. Estas últimas semanas me he puesto a pensar en el tema de ansiedad. Yo antes no me consideraba una persona ansiosa, pero últimamente me he dado cuenta que no puedo hacer una sola cosa en paz, siento la necesidad de tener que hacer más… Decidí investigar qué significaba y cómo podía reducir la ansiedad. Descubrí que, hoy en día, la mayoría padecen de ansiedad porque la sociedad no sólo lo ha normalizado, si no lo ha hecho ver como el camino correcto. Estamos acostumbrados a siempre estar en modo ‘cámara rápida’ porque la sociedad nos ha enseñado que eso te hace ser más productivo, haciéndote pensar que estás un paso más adelante de los demás. Pero no todo en la vida es competencia. ¿No desearías detenerte por un segundo y disfrutar de lo que estás haciendo, sin importar en qué lugar de la carrera estas? Ganar no es disfrutar, pero disfrutar si es ganar.
Aprendamos a vivir en el ahora. La ansiedad se aumenta porque no nos detenemos ni un segundo para recapacitar que estamos haciendo en realidad. Brincamos de una actividad a otra cuando la mente y el cuerpo nos pide mínimo unos cinco minutos de descanso para procesar el cambio. Estás en el trabajo, de ahí vas a una cita, luego vas a una comida, y cuando tienes tiempo para ti y decides poner una película o leer un libro, ni siquiera le estás poniendo atención… estás en el celular, tu mente está en otra cosa, no estás presente. Tu tiempo libre se vuelve una tarea más a la lista: tengo que leer mínimo 50 páginas diarias, tengo que acabar la serie antes que acabe la semana ¡Diviértete y disfrútalo! y si no lo estás disfrutando, detente y tómate unos minutos para meditar si en realidad sí quieres hacer esa actividad. Estamos tan ajetreados todo el día que cuando decidimos reducir la velocidad en nuestro tiempo libre, no logramos disfrutarlo como quisiéramos. La próxima vez que esto ocurra, en el momento que termines una actividad en donde acabaste ajetreada, detente y dedica cinco minutos para que tu corazón y tu mente regresen a la tierra donde tienes permitido respirar. Después de estos minutos de meditación, podrás brincar a la otra actividad, dejando la ansiedad atrás y abrazando el ahora.
¿Cuándo vas a ver a un niño pequeño jugando algo que no esté disfrutando? Nunca. Por ejemplo, si están jugando con un Lego y se aburren, cambian de juguete a algo que sí les llame la atención en ese momento. Y si les llama la atención algo, pueden estar horas enfocados en solo eso. Para ellos no existe forzar el ahora. Si no lo están disfrutando, simplemente lo cambian para no desperdiciar ni un minuto en agonía. Muchos me dirán ‘Pero Alexia, los niños no tienen responsabilidades, los adultos sí”. Pero los adultos tienen la libertad de tomar todas sus decisiones por su propia cuenta, sin responder a nadie. La sociedad ha creado un camino uniforme donde estar activo y brincar de una montaña a otra sin ver el paisaje es el único camino correcto. El problema es que a la persona se le ha hecho más importante escuchar a la sociedad que a sí mismo. Si tu mente y cuerpo te piden detenerte, es por algo. Cada quien es único, haciendo que cada quien aguante un ritmo diferente.
La ansiedad les llega a muchos en el momento que se comparan con otros y ven que no están siendo tan exitosos como ellos, “ella a mi edad ya había escrito un libro best seller y yo ni me he graduado de la universidad.” Tienen que saber que ningún proceso es igual, y al entender esto, podrán hacer de su camino un lugar seguro para su mente y su cuerpo.
Les quiero dejar una tarea: hagan una pausa. Tomen ese descanso. El mundo no va a parar de girar, no lo hagamos girar más rápido. Al contrario, descubre el poder de detener el tiempo y pensar: wow, estoy vivo, aquí, ahora, y cada respiro es un regalo. Vida sólo hay una, pero caminos hay muchos, no corras, mejor encuentra el camino seguro donde puedas caminar a tu paso absorbiendo todos los detalles de tus alrededores y disfrutándolos como un niño pequeño.