Alejandro Vargas… Escultor

El barro de la vida le fue mostrando el camino de su vocación y actualmente ha desarrollado diferentes temáticas que hacen tangible su evolución como artista, sus obras abrazan proyectos de índole social y su mayor inspiración está en la naturaleza y la riqueza del México Prehispánico que son motivo de constante investigación.

Por Esteban Torres P.

¿De dónde eres originario?

“De Aguascalientes, de la capital, mero Aguascalientes, pero ya tengo 15 años viviendo en este, lado del paraíso”.

De todas las expresiones artísticas que te ofrecieron las bellas artes, ¿qué fue lo que sedujo tu vocación para ser escultor? 

“Todas fueron muy cautivadoras, de niño casi no dormía, iba a la biblioteca y empezaba a buscar en las enciclopedias, buscaba todo lo alusivo al arte, una referencia me llevaba a otra. El arte siempre ha sido mi gran interés, sin embargo, la más accesible era el dibujo y la pintura, así como la parte de la transformación de la materia. Mi papá y mis tíos se juntaban en la carpintería de mi abuelo para hacer cosas para sus casas y mientras yo nadaba en el aserrín, trataba de armar cosas. O entre telas, en el taller de mi mamá que es diseñadora de modas. Siempre respiré diferentes disciplinas en casa. Tengo cinco hermanos y por eso me costaba trabajo concentrarme para dejar fluir las imágenes en mi mente. Mi papá siempre quiso que canalizara mi energía en el deporte, pero eso no se dio. Un día le pedí a mi mamá que me llevara a la Academia de Artes Visuales, pero me mandó solo para que descubriera por mí mismo qué tanto me gustaba. Así conocí al maestro Sergio Campos, buenísimo para la pintura al óleo. Hice mucho teatro también, incluso me colaba en las clases de danza contemporánea. También conocí las técnicas del grabado. Y al final cada disciplina se marcó de alguna forma la memoria, ya sea por los olores o las vivencias que me han dejan cada una”.

¿Tuviste alguna vez algún Plan B por si la escultura no llenaba tus inquietudes?

“Se podría decir que fue la pintura, pero fue cuando aún no descubría la escultura. Había un taller de cerámica también, pero como no tenía una idea fija de lo que quería hacer, preferí esperarme a tenerla para aprovechar la oportunidad y hacer valer su momento. Vendí mucha pintura desde que comencé, pintaba todo lo que me pedían y gané dinero. En los veranos de la preparatoria di clases de pintura en el Colegio Motolinia, aun siendo estudiante, el irónico que en el mismo salón donde tomaba clases, ahora yo se las daba a maestros y directores de otras escuelas”.

Y después se fue puliendo la vocación hasta llegar a la escultura…

“Mi inquietud me llevó lejos, constantemente les decía a mis padres ¡Ahorita vengo! Y me iba a Vallarta, Ciudad de México, Guadalajara, Guanajuato y así me escapaba yo solito. Ninguno de mis hermanos fue tan libre y así conocí la galería del escultor Sergio Bustamante, fue una experiencia muy rara, fue fortuito que él estuviera ahí y me inspiró tanto que regresé a mi ciudad a estudiar diseño industrial y así pude conocer el proceso de transformación que es demasiado misterioso. Así descubrí lo que era tocar el barro y utilizar los vidriados y la cerámica, tratar de entender lo que pasaba dentro de un horno a más de 1,200 grados centígrados; durante los tres años que estuve metido en un taller de cerámica en la universidad estuve explorando el color y me llevé la sorpresa que a esa temperaturas el color se desvanece, es algo difícil de contener, ese reto me llevó a viajar a Brasil, Cuba y Oaxaca, el Centro de las Artes de San Agustín con el maestro Francisco Toledo, con quien traté temas del arte. Estaba indeciso entre la escultura en barro o el vidrio, y ya viviendo en Cancún era más difícil que pusiese un taller con horno para vidrio, un crisol, además de costoso era complicado, así que me decidí por el barro, fui a ver al maestro Víctor Flores en la Casa de la Cultura, llegué con unas esculturas hechas en mi casa y me permitió hornearlas. En ese tiempo mi padre estaba despidiéndose de este plano y cuando regresé de ese acontecimiento tan fuerte, llegué con la convicción y claridad de dedicarme al barro, así que puse el laboratorio Pájaros de Barro, uno en Cancún y otro en Playa del Carmen, que lo lidera Daniel Carrillo; en el de Cancún está colaborando conmigo el maestro oaxaqueño José Juárez, entre otros artistas que han venido a dar capacitación y talleres. El nombre de mi marca Pájaros de Barro proviene de la acción de crear, cuando estás moldeando el cuerpo se queda unido al barro, pero la mente se echa a volar y es cuando empieza la meditación y el proceso de resolución”. 

Y con esa determinación nacen en ti nuevos proyectos para consolidar tu vocación…

“Así es, deseo hacer cultura de la cerámica, hacer arte para la gente, que sea accesible, el arte sana a la sociedad; tras la pandemia vi cerrar empresas, pero también vi cómo la gente se acercaba al arte, no podía darle oportunidad a todo el mundo, y ahora somos grandes amigos entre algunos de ellos. Por otro lado, estoy desarrollando mis propios productos y materiales, estoy muy interesado en crear una asociación de artesanos de la península de Yucatán y promover la cultura del barro, así como canalizar ayuda y capacitación, si alguien tiene carencia de materias primas podamos ayudarlos y darles difusión. Que tengan acceso a equipo técnicos. Yo lo he vivido, me he visto en momentos críticos, como por ejemplo en la pandemia, yo sólo con mis toneladas de barro para producir era feliz. Calculé unos seis meses para mantener mi proyecto, pero este tema duró dos años”. 

¿Cuál es el secreto para ser escultor y no morir en el intento?

“Algo que no se puede mantener en secreto es el talento, y aquí lo más importante es la constancia. Cuando se tiene el talento hay que usarlo, gástalo, regálalo si quieres, pero que no se te queden las ganas de crear. Esta es el arma más poderosa para defenderte en el mundo del arte. Mi talento me respalda donde quiera que voy, pero hay factores externos que no dependen ya de tu gracia… El arte ha sido mi salvación y mi refugio. Actualmente es muy competitivo, hay muchos neo artistas, pseudo artistas y entre uno y otro la gente se confunde, afortunadamente hay gestores que saben tabular la industria del arte. Nunca dudes de lo que haces, sé constante, ni te apenes de él, muéstralo con amor”. 

Si bien las esculturas pueden tener una finalidad mágica, estética o ritual, ¿en qué rubro ubicas tú trabajo artístico?

“Es muy importante que por dónde andemos vayamos dejando piezas en el camino, que se vayan, que se queden en una galería, en una familia, en una oficina, pero nunca en una bodega, que nunca se queden guardados los sueños de un artista en la oscuridad de una bodega.

¿Qué es lo que más te apasiona del arte: crear libremente o por encargo? Es decir, sorprender a tu público con tu talento o bien, demostrarte a tí mismo tener la capacidad de hacer realidad los sueños de alguien más a través de tu trabajo…

“Tengo una respuesta muy interesante para esa pregunta. Durante la pandemia se empezó a poner la cosa cada vez más difícil y yo en mi soledad busqué la forma de salir adelante, me acordé de un amigo muy culto al que le pedí que me comprara una obra, y así dudar me dijo que sí; le pregunté qué necesitaba y de cuánto era su presupuesto. Me pagó anticipadamente. Eso me volvió a la vida. Me puse a trabajar en una obra inspirada en el monolito de la Coatlicue, descubierto en 1790. Siempre me ha parecido fascinante esa pieza que simboliza la madre de todos los dioses aztecas y que haya sobrevivido tantos siglos, aún más. Actualmente está en un rancho en Chiconcuac, Estado de Morelos. Había dejado de recibir pedidos por encargo, de repente es muy complicado, más no imposible. En el arte no se trata de cumplir, sino de rebasar las expectativas. Ese es el reto. La perfección está en los ojos de quien la ve porque no hay mayor perfección que la que tú descubres en tu propio camino”.

¿Hay algún tema recurrente en la realización de tus obras? ¿Cuál es y por qué?

“Soy un apasionado de la cultura y la naturaleza. Tengo piezas que hacen alusión a los manglares, fue un homenaje que hice a esta parte importante de la vida de esta zona peninsular, con los que estamos en armonía, sin embargo, nuestra inclusión los está poniendo en peligro cada día y pensar que por una imprudencia nuestra esto se puede ir al carajo. Pero también puedes ver vasijas, platones, piezas de uso diario que son los lienzos donde he experimentado con los minerales para colorear la cerámica. Se me hace muy agradable vivir acompañado de estas joyas y que además te decoren la vida. En ese sentido ya estoy haciendo diseño cerámico para Grupo Andersons, Grupo Rosa Negra, y muchas empresas más de la industria de la hospitalidad. Actualmente estoy trabajando en figuras humanas, estoy luchando con la pasta y el modelado y con toda la habilidad manual que se necesita. Estoy leyendo mucho sobre códices antiguos del México Prehispánico que me servirán para dar forma a otra nueva colección”. 

Consideras que el arte merece una explicación de ser o que sea el alma del arte lo que haga al público llamar su atención… 

“Cuando una obra está bien trabajada, bien ejecutada, cuando hay maestría y pasión en un trabajo y hay tiempo de vida de un artista impreso en una obra escultórica le das poder. Hay piezas que te hacen voltear para otro lado y piezas que te atraen. Tus canas nacen en la gestión, en la construcción, en la configuración de una idea de una obra. En todo el proceso de transformación de un material. Hay obras que se ven vivas, y otras que se ven vacías, y esa pobreza viene del poco amor que se les dio. Se puede ser genio, pero hay que ser un genio bien ejecutante”. 

¿Tienes planeado hacer un libro antológico que recopile el nacimiento, desarrollo y evolución de tu nombre como escultor?

“Lo estoy documentando. Tengo una propuesta editorial, pero con la evolución de los medios virtuales y digitales sería un capricho tener el catálogo impreso. Ahora que inaugure mi tienda en línea podremos ver esas etapas de mi trabajo y principalmente lo que esté haciendo en ese momento”.

¿Te gustaría hacer una escultura para integrarla a la museografía urbana de Cancún?

“Definitivamente sí, yo quiero regalarle a Cancún una obra de mi inspiración para que la gente se sienta abrazada por el arte, sería un honor. Ya tengo proyectos en forma. No es ponerla por ponerla. Llegará la oportunidad y su tiempo”.

ESCULTOR, ARTISTA, ARTESANO… 

La obra que te ha costado más trabajo realizar… 

“En toda obra de barro lo más complicado es el desapego; puesto que la fragilidad siempre está presente”.

¿Has rechazado hacer alguna obra por alguna complejidad? 

“Nunca, simplemente adapto los proyectos a su material adecuado y procesos”. 

¿La escultura de tus sueños que has postergado porque no ha llegado su tiempo? 

“Tengo varias obras en proceso, algunas más ambiciosas que otras y requieren más tiempo”. 

La obra que te hubiera gustado realizar por la admiración que te provoca… 

“Me gusta mucho la obra monolítica prehispánica. 

La obra que te gustaría atesorar… 

“El cariño que he construido en la gente que me rodea”. 

Si la vida es una obra de arte maravillosa, cuál es tu pieza favorita… 

“La que se va construyendo con los buenos recuerdos, valor y amor”.

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