Como pez en el agua

La dura realidad

Como seres humanos pensantes, tratamos de darle una explicación a todo lo que mueve el mundo, ya sea científica o teológica, a veces hasta un ¿y tú qué opinas? del vecino o un amigo nos ayuda a disipar la duda para tranquilizar el alma, pero a veces la incertidumbre rebasa los límites del Triángulo de las Bermudas y es mejor dar por cierta la existencia del monstruo del Lago Ness o la del legendario “pie grande”.

Nadie entiende cabalmente hasta dónde nos va llevar a esta pandemia sin fin, cuándo podremos poner un pie afuera sin temor y volver a respirar libremente 24/7 sin temor a olvidar en casa el cubrebocas o de plano traerlo puesto como si fueran zapatos que nadie olvida usar jamás, tal vez nunca, tal vez esta sea la nueva realidad y tendremos que vivir bajo la ley del hashtag #sálvesequienpueda.

Buscando respuestas en viejas leyendas, encontré que Nostradamus, en su libro de profecías, en la parte Century 2:53, Nostradamus donde apunta: “La gran plaga de la ciudad marítima. No cesará hasta que se vengue la muerte. De la sangre justa, condenada por un precio sin delito”. Tal afirmación ha llevado que seguidores de Nostradamus, vinculen a Wuhan con aquella ciudad de la que habla, aludiendo que, aunque la ciudad china no es marítima, la pandemia habría tenido su origen en un mercado de mariscos. Entre las predicciones para este año, Nostradamus incluye una grave crisis económica, con la gran potencia cayendo, lo que ya muchos vinculan con las consecuencias de la pandemia. Cierto o falso, la película que estamos viviendo en la vida real parece tener muchos intermedios que nos permiten salir a disfrutar de la nueva normalidad para ir por más palomitas, pero al cabo de unos días regresamos a la misma sala para retomar la misma historia porque antes del corte no mataron realmente al asesino ni remotamente, al parecer estaba más vivo que Glenn Close casi al final de Atracción fatal cuando sale de la bañera con más fuerza para seguir consumando su venganza.

La incertidumbre nos mantiene atados a Netflix, a UberEats y a las compras en línea de cosas que no necesitamos, pero igual se nos antojan y haciendo un esfuerzo le damos enter y compartimos con el cyber espacio los tres dígitos que aparecen detrás de nuestras tarjetas de crédito. Realmente la población está divida entre los jugadores que estamos en la banca y los que deben salir a la cancha a desafiar el juego de la vida; gracias a su valor y necesidad, porque si no, no sobrevivirían los supermercados y cuántos servicios básicos más como el banco o la insoslayable atención médica, sin ellos todo se vendría al suelo.

La invitación a reactivar la economía es un boleto de entrada a la siguiente función de la pandemia sin fin; está en cada uno de nosotros tomar la decisión de disfrutar de ella en vivo y a todo color o bien, seguirla viendo desde zoom o una videollamada, la decisión es de cada quien, lo cierto es que mientras más valientes haya, más rápido se logrará avanzar hacia la nueva normatividad, tal vez el gel de manos será la nueva botella de agua que debamos cargar, tal vez los saludos de lejos ya no serán vistos con nostalgia, sino ahora como alegría a distancia, tal vez el tacto pierda sensibilidad al no poder entrar en contacto con todos los elementos que solía manipular, definitivamente muchas cosas van a cambiar o tendrán un brillo distinto a través de la micra protectora que será una de las tantas barreras que debamos poner entre tú y el mundo, entre tú y los demás.

 

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